Supongamos que cuando compramos medicamentos, sean recetados o no, se utilizan para prevenir, curar o aliviar los síntomas de enfermedades.
Pero este no es siempre el caso. Porque a la hora de formular medidas correctoras, las empresas a veces cometen errores o no cumplen directamente con los estándares establecidos por las autoridades.
Por lo tanto, los medicamentos y productos que deberían curarnos y mejorar nuestra calidad de vida a menudo pueden ser medicamentos peligrosos. Se convierten en un riesgo para nuestra salud y la de nuestros seres queridos.
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